TODO LO QUE SUCEDE Y DEJA DE SUCEDER EN TARIMA, SUCEDIÓ ALGUNA VEZ EN UN ENSAYO.
El ensayo musical es el simulacro de aquello que se espera replicar en el concierto donde lo musical se relaciona también lo actitudinal y lo escénico. Es el espacio en el cual los músicos tienen la oportunidad de conocer en diferentes formas su propio repertorio, desmenuzarlo, analizarlo, interiorizarlo y perfeccionarlo.
Las prácticas musicales de conjunto permiten, además del aprendizaje, la oportunidad de convertir el ensayo en un espacio de interacción humana que involucra el intercambio de fortalezas y experiencias para motivarse recíprocamente entre sus integrantes.
La primera parte del ensayo incluye el recibimiento de las personas; notar las ausencias y socializarlas; hacer una descripción breve de lo que se piensa abordar en el encuentro, y propiciar actividades corporales de relajación y de preparación de los músculos que intervienen en la ejecución musical.
El calentamiento del instrumento debe ser aprovechado técnicamente para avanzar en aspectos relacionados con la calidad del sonido. El desarrollo de la ejecución instrumental se impulsa con ejercicios mecánicos de dificultad progresiva; se incluyen ejercicios para fortalecer los aspectos de adiestramiento rítmico, el balance, el fraseo, e incluso aprovechar variaciones de fragmentos extraídos del repertorio planeado para ese mismo ensayo.
Se requiere una insistencia constante sobre las posturas adecuadas, la sujeción del instrumento y la postura corporal. La afinación es una búsqueda permanente que debe mantenerse aún desde el mismo calentamiento hasta el final del ensayo.
Es fundamental que aún desde la etapa de calentamiento se procure sincronizar y acoplar la banda; que se conduzca de manera cuidadosa lo relacionado con aspectos rítmicos, unificación del timbre y el manejo del fraseo.
La segunda etapa del ensayo es para la ejecución de repertorio el cual debe corresponder con el nivel técnico de la agrupación. Aquí es fundamental también la previa planificación del director. Se debe asumir la responsabilidad didáctica y metodológica para descomponer una meta general en un conjunto de pequeñas acciones individuales y graduales que en sumatoria conduzcan al logro perseguido.
Se empieza repasando alguna obra que recientemente haya quedado adelantada y a la que posiblemente deba hacérsele algún ajuste. Da buena disposición psicológica iniciar con una obra de las que se puede avanzar con fluidez. Se recomienda no abusar de esta etapa de repaso para no cansar al grupo y por el contrario cuidarle su energía hasta el tiempo final del ensayo.
La duración de un ensayo musical depende de la necesidad, de la disponibilidad de los integrantes y de la frecuencia con que puedan realizarse. Se recomienda terminar el ensayo con la interpretación de una obra musical de las bien aprendidas, que contenga vigor, motivación y energía. Esta forma de concluir deja una sensación de satisfacción y aprecio por lo logrado.
El espacio de trabajo debe reunir las condiciones más aptas posibles en lo relacionado con la adecuación de los aspectos climáticos. El manejo acústico debe ser correspondiente con el lugar donde se realicen los conciertos. Las intervenciones verbales deben ser valoradas por igual ya que el crecimiento del grupo es un asunto de todos.
Un ensayo musical debe tener un ritmo constante como si describiera el viaje a través de un paisaje, siempre variado y novedoso. Es necesario que la planeación del director involucre estrategias didácticas para que desde el inicio hasta el final se perciba un crescendo de pequeños logros que alimenten la motivación de los músicos y se sientan invitados a regresar para obtener más avances en el siguiente encuentro.
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